La creatividad hay que ponerla al servicio de la vida. Si al finalizar una semana decimos que fue igual a la otra, que no hubo nada nuevo, la culpa no es de los días, de la semana o de nuestro trabajo, es solo nuestra.
Colorear los días depende únicamente de nosotros, por eso decir que fue un tiempo rutinario es negar que tenemos el pincel y las pinturas en nuestras manos.
Cada encuentro pedagógico con nuestros estudiantes debe ser un derroche de fantasía, de creatividad, donde el conocimiento es un goce, un gran placer. Hay que enamorarlos tanto de los contenidos que esperen cada clase con deseos, con ganas.
Esta semana que hoy termina, fue un arco iris con todas las gamas de colores: grises, cuando esperábamos más de los que nos dieron o de un rojo intenso cuando fueron más allá de nuestras propias expectativas.
¡Pintemos cada día con colores vibrantes donde el conocimiento tenga donde mecerse con alegría!